• Los límites de la fuerza

    136 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14 x 22 cm.
    Año de publicación: 2020

     

    ¿Qué entendemos por derechos humanos? ¿Qué aristas sociales y políticas encierra este concepto? ¿Acceder a ellos es un privilegio natural o adquirido? ¿Quién tiene la responsabilidad de garantizarlos? ¿Existen los «deberes» humanos como contrapeso? ¿Qué pasa con los DD.HH. de los agentes policiales? Estas y otras preguntas surgieron tras el estallido social de octubre de 2019 producto de las graves violaciones a derechos humanos ocurridas durante el proceso.
     
    Si bien este ensayo arranca de la experiencia chilena, no se limita al ámbito local y aclara el lugar de los derechos humanos en la historia del mundo y la sociedad en general. Destinado a un público no especializado, este libro analiza —en pleno proceso constituyente— el rol del Estado a la hora de reconocer los derechos inherentes y busca alentar una discusión sobre la educación, la memoria y otros cimientos que favorezcan su protección.

  • Orientación vocacional

    91 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 20.5 cm.
    Año de publicación: 2015

     

    Orientación vocacional es la historia de cómo aquello que vivimos de niños nos transforma en lo que hoy somos y nos mira desde el espejo. Es también un libro que nunca se cierra, pues propicia el encuentro del lector con sus propias historias de colegio y el recuerdo de esas primeras amistades que se han vuelto indelebles. «Si el niño de la foto supiera que el salvaje que le roba la lonchera, o que el amigo que le contó la historia de cómo cachan las arañas, o que la chica que le enseñó a bailar el rock se convertirán un día en historias impresas en un libro, se paltearía», afirma Pierre Castro en la solapa del volumen. «Solo cuando este niño sea un adulto descubrirá que nunca olvidó a esos chicos», concluye.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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