• Confesiones de un inglés comedor de opio

    Traducción: Aarón Pajuelo
    156 páginas | Tapa blanda | Formato: 13.5 x 20.5 cm.

     

    Antes que Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire o William Burroughs, el inglés Thomas de Quincey anduvo por los paraísos artificiales del opio y fundó el malditismo literario. Estas Confesiones de un inglés comedor de opio, publicadas de forma anónima y por entregas en la London Magazine, mezclan la autoficción y el ensayo para constituir un testimonio de época en torno a las costumbres narcóticas de la Inglaterra del siglo XIX. De Quincey se adelanta medio siglo al «spleen» parisino, se hace beatnik un siglo y medio antes de los beatniks, vagabundea y descubre la flor más dulce, la flor que lo hace soñar y lo lleva al éxtasis terrenal. Un clásico por excelencia de la «literatura opiómana».

  • El legado de la piedra

    Autor/a:Heber Abrill

    498 páginas | Tapa blanda | Formato: 15 x 23 cm.
    Año de publicación: 2025

    Una familia poderosa. Un oscuro decreto ancestral. Un código inquebrantable que los ha mantenido en la cima por generaciones… pero a un alto precio. Los De la Piedra han forjado su historia con fuego y sangre, enfrentando un destino que parece inevitable: la desaparición de sus herederos en circunstancias trágicas y tempranas. Mientras sus miembros caen uno a uno, el peso de una maldición oculta se hace más evidente. Ahora uno de ellos se atreve a desafiar el orden establecido. Decidido a descubrir la verdad que condena a su linaje, emprende una lucha desesperada por cambiar su destino. En esta novela, el autor ha volcado sus obsesiones históricas y literarias más íntimas, al punto de amalgamar una potente alegoría sobre las consecuencias materiales y espirituales de las convenciones sociales y los códigos familiares.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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