• Abuso de sustancias

    180 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 15.5 x 23 cm.

     

    Contra toda convención de aquello que solemos llamar comunicabilidad, la obra de Bernstein destaca por realzar su contracara, utilizando aquello que se filtra por las vías de escape: pone en jaque ese cliché de que un poema necesariamente debe decirnos algo (como si pudiéramos ponerlo en la bolsa de valores o cuantificarlo). Para Bernstein, lo que queda fuera y lo que queda dentro del texto vale por igual. Para él, se debe mostrar el material con que se trabaja, poner el ojo en qué y el cómo se hace todo un arsenal lingüístico (eso que llamamos poema). Son textos que no pretenden seducirnos (a pesar de que originalmente estén confeccionados con un cuidado notable desde su música) mas sí nos cuestionan y nos dejan incómodos. Esta antología muestra este panorama: que cuanto se transa en un lenguaje se somatiza no por aquello que se enuncia, sino por lo que está fuera, que enfrentamos día a día y que la letra apenas toca. Son los pliegues de un relieve que cuesta digerir, un montaje que devela lo que pasa tras bambalinas. O un callejón por el que transitamos saturados de sustancias, de interferencias; una especie de nonsense, una broma aguda que se traduce en un extrañamiento múltiple, donde lo que se nos dice nunca es.

  • Cómo falsificar una sombra

    136 páginas | Tapa blanda | Formato: 12 x 16 cm.
    Año de publicación: 2021

     

    Veinte obituarios de escritores y artistas, escritos en las horas posteriores a sus muertes, como homenajes instantáneos; textos breves y de gran belleza que logran contener, en miniatura, todos los detalles de una vida.
     

    Alguna vez le preguntaron a Borges cómo pudo escribir un gran texto en una sola noche, y contestó que esa noche contenía todas las lecturas y los años de su vida. Este libro de Matías Serra Bradford parece venir a refrendar esa idea. Se trata de veinte obituarios de escritores y artistas, escritos en las horas posteriores a sus muertes, como homenajes precipitados o epitafios a mano alzada; textos breves y de gran belleza que logran contener, en miniatura, todos los detalles de una vida, pero también la inmensidad de una obra. ¿Retratos? ¿Ensayos? ¿Pequeñas biografías? ¿Notas al margen? Cómo falsificar una sombra camina por la cuerda invisible que enhebra distintos géneros y arma, así, un mapa accidental del arte en la segunda mitad del siglo XX. De Agnès Varda a Nicanor Parra, de J. D. Salinger a Harold Bloom, de Muriel Spark a Sergio Pitol, este auténtico gabinete de maravillas tiene el encanto de lo anacrónico y la fuerza de lo contemporáneo. Escritas con una prosa al mismo tiempo entrañable y quirúrgica, estas despedidas son piezas de colección, como cuadros de un museo personal.

  • El poema del hachís

    54 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14 x 21 cm.

     

    Escrito en prosa hace más de ciento cincuenta años, este Poema del hachís es un desborde a la noción de género, una mezcla entre ensayo científico, poesía y testimonio. Baudelaire investiga de forma erudita y lucida sobre los orígenes del hachís, su uso espiritual y recreativo, y sobre todo las alteraciones que genera en la conciencia. Se trata de una invitación a pensar el consumo como una forma de conocimiento, una excitación de la imaginación, que cuestiona tanto el acercamiento ingenuo a las drogas como la moralina que objeta su uso cotidiano.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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