• La coca sabe. Coca e identidad cultural en una comunidad andina

    358 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 17 x 24 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    Ante los actuales intentos por erradicar el cultivo de la hoja de coca, vale la pena pensar en la diferencia entre el consumo ritual y cotidiano de ésta en los Andes y la demanda urbana para el narcotráfico: son necesarios 300 gramos de hoja de coca para destilar un gramo de cocaína. En su obra sobre los rituales, tanto privados como comunales insertos en la vida rural andina, Catherine J. Allen documenta de forma conmovedora el significado de la masticación de la hoja; considerándola una sustancia sagrada, cuyo consumo crea comunión entre los seres humanos, y también entre seres humanos y sus deidades. La coca es el sacramento andino por excelencia: la llaman hostia en analogía explícita con el referente católico. Rara vez se escucha la voz andina; a veces en la música. Aquí aparece disfrazada como investigación antropológica; pero sobre todo, es una fuente extraordinaria.

  • Poesía reunida

    Autor/a:Enrique Lihn

    400 páginas | Tapa blanda | Formato: 18 x 26 cm.
    Año de publicación: 2018 (reimpresión: 2024)

     

    “La poesía me ha dado otra especie de trabajo. Aunque las dificultades que presenta sean inagotables, un buen día uno se ha instalado en ella y empieza a luchar con esas dificultades desde adentro. Se trata, simplemente, de tener algo que decir –una emoción dominante basta y a veces sobra– y de saber hacerlo, empleándose a fondo en el manipuleo de una sustancia ilimitada que se adhiere al lenguaje vivificándolo. El crecimiento de un árbol no difiere del desarrollo de un poeta. El poeta es el escritor en estado de naturaleza”.

    Enrique Lihn

    Poesía reunida

    Autor/a:Enrique Lihn
    S/ 79.00
  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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