• ¿Y si no es suficiente?

    96 páginas | Tapa blanda | Formato: 12 x 16 cm.
    Año de publicación: 2022

     

    Sueña con tener un pelo lacio y sedoso pero el suyo está lleno de rulos. Lo que le gusta es escribir y dibujar, pero termina trabajando en la inmobiliaria de su padre. Vuelve a su casa y su novio es un manojo de bronca y resentimiento. Conoce un peluquero que se vuelve una pieza fundamental de su educación sentimental. Descubre una aliada inesperada. Estos son algunos de los hitos dramáticos que encontraremos en estas páginas.
     

    ¿Qué tan importante puede ser el pelo en la vida de una mujer? ¿Es posible que unos bucles rebeldes determinen una identidad y atraviesen el vínculo entre un padre y una hija? Este libro nos dice que sí. ¿Y si no es suficiente? es una pequeña autobiografía en tres actos, escrita con humor y desparpajo, y que tiene el tono singular de Maia Debowicz: una voz que entra y sale de la literatura para encontrar, al final del camino, una forma propia de estar en el mundo.

  • Cartas de un joven escritor

    168 páginas | Tapa blanda | Formato: 16 x 21 cm.
    Año de publicación: 2009

     

    Se trata de 67 textos hasta ahora inéditos -63 cartas, un poema y tres telegramas intercambiados con el crítico argentino Julio Payró- que se adentran en el corazón y la mente de un escritor de culto como lo es Juan Carlos Onetti, revelando facetas inéditas de su personalidad, como la gran influencia que tuvo en su escritura la lectura de la crítica de pintura más que la literaria; una actitud bastante “afrancesada” que no corresponde a lo que solemos encontrar sobre el escritor, etc. Es, en suma, un libro de un valor invaluable para todos aquellos que se han sumergido en la llamada “Literatura Latinoamericana”, no por nada Carlos Fuentes y Vargas Llosa le consideran el iniciador de la novela contemporánea latinoamericana.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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