• Doce pasos hacia mí

    80 páginas | Tapa blanda | Formato: 12 x 16 cm.
    Año de publicación: 2022

     

    “Sofía, no te vayas a convertir en alcohólica”, le dice su padre cuando ella está por dejar Argentina para mudarse a Barcelona. Esa frase se convertirá en una profecía personal. Sofía se instala en España para trabajar en una librería y se incorpora al circuito nocturno de una ciudad que no duerme: fiestas, amigos, un novio cómplice; noches regadas de cerveza, como un espiral que consume litros de alcohol y amenaza con tragársela a ella. En la tradición de los libros híbridos, mezcla ensayo con narración y se apoya en la lectura de escritores y escritoras que caminaron lo que María Moreno llama “la pasarela del alcohol”. Con una prosa cercana, este libro es una ventana a una experiencia personal y abre la pregunta de cómo nacen y cómo se tramitan ciertos fantasmas que nos acompañan toda la vida.

  • Los niños muertos

    192 páginas | Tapa blanda | Formato: 13.5 x 20.5 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    La exigencia política e histórica de Parra camina en paralelo a su exigencia literaria. La cita con la que se abre el libro está sacada de las “Memorias del subsuelo” de Dostoievski: “Somos criaturas muertas al nacer y hace tiempo que nacemos de padres no vivos”. La historia, los estratos de tierra, los fantasmas, los muertos en vida, los de abajo… Ninguna corrupción es mágica. La pobreza engendra debilidad y una forma de violencia que no se encamina en una dirección transformadora. En Los niños muertos Parra es un escritor sensible, certero y valiente.

  • Narración de la vida de Frederick Douglass, un esclavo americano (narrada por él mismo)

    152 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 13 x 20.5 cm.
    Año de publicación: 2021

     

    Esta es la historia de una liberación. Frederick Douglass nació aproximadamente en 1818. Nunca supo su edad porque el primer paso para quebrar a un ser humano era romper sus vínculos afectivos. Como tantos otros, fue arrancado de los brazos de su madre y destinado a trabajar en condiciones miserables en una hacienda al sur de Estados Unidos.
     
    Su relato, además de la violencia del hombre blanco, expone la cárcel moral construida para enceguecer a los esclavos: férreos dogmas religiosos justificaban una forma de vida impuesta a latigazos. Pero esta es la historia de una liberación. Si sabemos de ella es porque Douglass escapó. Si sabemos de ella es porque aprendió a leer y su conciencia se expandió a través de la literatura. Para liberar su cuerpo antes tuvo que liberar su mente. La narración de su vida es testimonio de esa progresión.

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