• Aquiles y la Guerra de Troya

    Ilustradora: Estelí Slachevsky Aguilera
    178 páginas | Tapa blanda | Formato: 17 x 24 cm.

     

    Este libro se centra en el personaje de Aquiles, héroe griego y semidiós, hijo de un mortal y de una diosa. Es una versión de la Ilíada que recoge episodios del poema de la guerra de Troya, pensando en lectores jóvenes y adultos que no conocen este texto fundamental. Los versos del poema de Homero nos entregan una visión amplia de la guerra y de la condición humana que en ella se da, sin una visión maniquea de buenos y malos; por el contrario, se exaltan por igual los sufrimientos, valentía, miedo de los guerreros griegos y troyanos. Así como se destaca la figura de Aquiles, también nos conmueve la figura de Héctor, hijo del rey Príamo de Troya.

  • No tengo amigos, tengo amores

    106 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 17 x 24 cm.
    Año de publicación: 2018

     

    Este libro teje un relato biográfico urdido con la aguda labia de Pedro Lemebel, autor irreductible cuya voz única se deja oír en estas páginas. Forjado con extractos de setenta y dos entrevistas, que se inician a mediados de los noventa y culminan solo meses previos a su muerte, este volumen contiene sus reflexiones políticas y vitales con una transparencia punzante. Porque Lemebel era, antes que todo, un orador desbordante que desestabilizaba a cualquier interlocutor. Dueño de una pluma afilada, barroca, cargada de dardos de certeza e ironía, Lemebel desnudó las heridas y las supuestas glorias nacionales desde la periferia de los cenáculos y camarillas literarias. Su legado es una escritura ineludible y un modelo para comprender la transgresión política desde la teoría del género. Sus opiniones impactaron como un certero gancho izquierdo a la mandíbula de las pulcras conciencias de la transición. No tengo amigos, tengo amores refleja al Lemebel crítico y teórico, que fundía experiencia y política y sospechó siempre de la “cueca democrática”. Un autor que seguiremos leyendo el próximo siglo, que nos habló de frente, sin pestañear: “No necesito disfraz/ aquí está mi cara/ hablo por mi diferencia”.

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