• Érase dos veces

    Ilustrador: Miguel Ortiz
    50 páginas | Tapa dura | Formato: 22 x 22 cm.
    Edad sugerida: +8 años

     

    Los dibujantes, por regla, leen los cuentos antes de ilustrarlos. En esta ocasión ocurrió al revés: el escritor desafió al dibujante: «Dibuja escenas sorprendentes y ambiguas, que sean complicadas de narrar». José Miguel Vásquez propone dos historias totalmente distintas para cada ilustración e invita a sus lectores a continuar el ejercicio de imaginación de manera inversa a la convencional. Érase dos veces se despliega como un díptico narrativo en el que la imagen es la fuente de varios mundos, sugiriendo un proceso creativo que nos abre el imaginario a sus múltiples posibilidades.

     

    Entre escenario y escenario, el lector descubrirá al gonzorruelo escarlata, el perro Dico, la abuela que levita y las ratas Katz y Platz, entre otros. Lector asiduo de cuentos ilustrados desde la infancia, admirador de los relatos cortos de Juan Rulfo y Augusto Monterroso, de la poesía de Oquendo de Amat e inspirado por la artista plástica Rosario Nuñez de Patrucco, José Miguel Vásquez crea personajes con inteligente ternura, y sus aventuras llenas de humor están concebidas para estimular la imaginación no solo de los niños sino también de los adultos.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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