• El nombre del Perú

    90 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 13 x 20 cm.

     

    El nombre del Perú (1951) realiza un recuento de las diferentes versiones que existen sobre el origen del nombre de nuestro país. Porras sostiene que el nombre del Perú proviene de una deformación del nombre del cacique del Birú, cuyos reducidos dominios se hallaban en la costa del Darién en la frontera entre las actuales Panamá y Colombia. Hasta ahí llegaron los conquistadores en su primer viaje y al que los soldados y aventureros de Panamá decidieron llamar Perú. Así, el nombre del Perú habría surgido de la deformación castellana de un vocablo indígena. En sus conclusiones, el historiador señala: el nombre del Perú fue desconocido para los Incas. Fue impuesto por los conquistadores españoles y rechazado por los indios del Perú, que se negaban a usarlo, según el testimonio de Valera, Acosta y Garcilaso.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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