• Asuntos circunstanciales

    80 páginas | Tapa blanda | Formato: 13 x 19.5 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    En Asuntos circunstanciales el cuerpo femenino se construye palabra por palabra, verso por verso. En el amor juvenil, en la disrupción visceral de la sexualidad, cada poema nos conduce por un sinfín de habitaciones oscuras que resguardan el pudor de los amantes. Cuarenta años después de su primera publicación, este sigue siendo un libro desestabilizador para las estructuras sociales de la Lima más conservadora. – Jorge Zagal Matasoglio

  • Defensoras de la naturaleza. Historias de vida de mujeres del sur andino

    211 páginas | Tapa blanda | Formato: 16 x 23 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    Son diez los testimonios que recoge Rocío Silva-Santisteban de las defensoras del agua y de la tierra que habitan el corredor minero entre Cusco y Apurímac. Diez experiencias de vida singulares que, juntas, alientan el tejido de un rico y denso tapiz de palabras opacas y burbujeantes, en quechua y en español, en susurros y estruendos atravesados de dolor y ternura. Deambulan en este tapiz más recuerdos que expectativas, más pasado que futuro; será por eso que la verde esperanza asoma solo a veces, y cuando lo hace parece pálida como los pastos blancos que enferman a las vacas en sus querencias.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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