• La tristeza de nuestros museos. Derivas de la modernidad en América Latina

    132 páginas | Tapa blanda | Formato: 15 x 22 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    La tristeza de nuestros museos es un ensayo que aborda las inevitables tensiones entre la importación de modelos culturales en América Latina y la consigna del asentamiento de un proyecto de modernidad. El libro analiza estas tensiones a partir de la exposición de pintura «De Manet a nuestros días», un envío oficial del gobierno francés que circuló entre 1949 y 1950 por Argentina, Brasil, Venezuela, Perú, Chile y Uruguay, y pone especial énfasis en las dinámicas y posicionamientos de los circuitos artísticos latinoamericanos en el nuevo mapa cultural y geopolítico que empezaba a configurarse tras la Segunda Guerra Mundial.
     

    A través de archivos diplomáticos, de prensa, correspondencia y otras fuentes, Cecilia Bettoni monta un relato ágil y minucioso donde contrastan el anacronismo de la estrategia francesa para recuperar su dominio cultural sobre América Latina y el escepticismo de los países latinoamericanos respecto de la vigencia de ese modelo, en un escenario cultural, político y económico sensiblemente transformado por la influencia estadounidense y por los legítimos deseos de vanguardia y autonomía que despuntaban en el Cono Sur a mediados del siglo XX.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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