• La coca sabe. Coca e identidad cultural en una comunidad andina

    358 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 17 x 24 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    Ante los actuales intentos por erradicar el cultivo de la hoja de coca, vale la pena pensar en la diferencia entre el consumo ritual y cotidiano de ésta en los Andes y la demanda urbana para el narcotráfico: son necesarios 300 gramos de hoja de coca para destilar un gramo de cocaína. En su obra sobre los rituales, tanto privados como comunales insertos en la vida rural andina, Catherine J. Allen documenta de forma conmovedora el significado de la masticación de la hoja; considerándola una sustancia sagrada, cuyo consumo crea comunión entre los seres humanos, y también entre seres humanos y sus deidades. La coca es el sacramento andino por excelencia: la llaman hostia en analogía explícita con el referente católico. Rara vez se escucha la voz andina; a veces en la música. Aquí aparece disfrazada como investigación antropológica; pero sobre todo, es una fuente extraordinaria.

  • Una rueda dentro de una rueda. Cómo aprendí a andar en bicicleta

    78 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14 x 21 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    El siglo XIX se despedía con aires de cambio. Expresiones como «igualdad», «libertad», «sufragio femenino», sonaban en las reuniones y en las calles de las grandes ciudades. Pronto, la bicicleta se integró en la revolución feminista y a las campañas de las sufragistas. «Pedalear por el sufragio», se convirtió en una proclama clave que se extendió como la pólvora. Así, el ciclismo pasó de ser una actividad recreativa, a tomar un significado reivindicativo contra las ataduras de la época victoriana. Sinónimo de liberación y de igualdad.
     
    Publicado por primera vez en 1895, Una rueda dentro de una rueda. Cómo aprendí a andar en bicicleta se transformó en todo un clásico. Un fascinante testimonio de la expansión de la bicicleta en el cambio de siglo, y de la libertad que este medio de trasporte ofrecía a las mujeres de entonces. Es también la crónica de una mujer singular: activista por reformas sociales contra el alcoholismo y el sufragio femenino –que afirmaba que las mujeres “deberían poder votar, especialmente si el marido estaba ebrio”–, que aprendió a andar en bicicleta a los 53 años de edad, motivando a las mujeres a superar las limitaciones de su época, y a involucrarse con prácticas que desafiaran su impuesto rol en la sociedad de finales del siglo XIX.

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