• ¿Editores? Me friegan los editores

    113 páginas | Tapa blanda | Formato: 13 x 20 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    En sus intentos por publicar, Leonardo Herrera nos revela, de primera mano, los sinsabores de un sistema editorial casi kafkiano, el cual posterga indefinidamente su ingreso al selecto grupo de los autores de relativo prestigio, aquellos que no aspiran a vivir de la literatura sino, con razonable modestia, a ver sus obras exhibidas en librerías respetables o a tener ediciones que no se deshojen luego de una primera lectura. En este ir y venir por desventuras y breves esplendores, Leonardo Herrera se va encontrando con editores escurridizos, auditorios vacíos y amores que regresan para apuntalar su vocación literaria. La prosa elocuente, directa y siempre divertida de Lorenzo Helguero nos permite advertir la contenida odisea que significa la aparición de cada libro y cómo cada publicación es un desafío que pone a prueba el amor de los escritores por la literatura.

  • Bodas de plata

    90 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14 x 20.5 cm.

     

    Los adolescentes crecen, pero el pasado no se marcha nunca. Las experiencias que los marcaron permanecen intactas y parecen seguir ocurriendo tiempo después. Esta cruel y divertida novela nos acerca al recuerdo violento de unos muchachos para percibir así cuánto porcentaje de odio enturbia sus actuales vidas. Bajo una máscara de humor, Bodas de plata describe la ferocidad que uno padece o ejerce sobre el otro durante los años de formación, y consigue, mediante la sencillez y la sugerencia, un retrato fiel de la barbarie cotidiana.

  • Fábulas de la Fontaine

    104 páginas | Tapa blanda | Formato: 17 x 24 cm.
    Traducción libre por Angélica Edwards

     

    Esta selección de Fábulas de La Fontaine que en una versión libre nos entrega Angélica Edwards, nos la ofrece como una invitación para volver a los clásicos y retomar la conversación sobre lo humano. Conversación siempre necesaria, pero tal vez hoy más que nunca, cuando el tiempo se nos presenta como la negación del ocio, lo que ha extraviado para muchos la posibilidad de “estar” consigo mismo y con los otros, conocer, escuchar, empatizar, compartir.
     
    Normalmente se cree que las fábulas están destinadas a niños y niñas, al ser estos textos breves y sencillos, cuya “utilidad” es la “enseñanza moral o valórica” que los más pequeños necesitan conocer. Sin embargo, Angélica advierte de entrada que se trata de fábulas para niños y adultos, y esto porque, precisamente, es su sencillez la que invita y abre el texto para todo público, muchas veces con temas nada de sencillos, y en la mayoría de los casos, temas que interpelan directamente a los adultos y sus conductas.
     
    Ya Hesíodo, poeta de la Antigua Grecia, advertía en la primera fábula que llegó hasta nuestros días: Ahora diré una fábula a los reyes, aunque sean sabios. “Aunque sean sabios”, siempre existe la posibilidad de mirar(nos) a través de distintos espejos, y de conversar, reflexionar individual y colectivamente sobre nuestra sencilla complejidad humana.

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