• El año en que hablamos con el mar

    224 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14 x 22 cm.
    Año de publicación: 2021

     

    Una isla, un pacto con el diablo, la campana de oro hundida, el cementerio sin cuerpos y una taberna en un barco abandonado, una mujer y un pueblo que teje el relato de los hermanos Garcés: uno de los mellizos decidió que nunca dejaría la isla donde nació, el otro quiso ver el mundo entero. Esta novela comienza o termina cuando uno de ellos, que salió en bote hace medio siglo, vuelve en avioneta y queda atrapado las cuatro estaciones de un año a causa de una pandemia mundial.
     

    La historia palpita en cada habitante y en cada rincón y el lugar es una voz que indaga si los hermanos Garcés se cobran viejas deudas o reconstruyen con su memoria la abandonada casona familiar.
     

    Luego de su último libro, La muerte viene estilando, premiado y publicado en diversos países e idiomas, el narrador chileno Andrés Montero enciende esta fogata para darle vida a una historia mágica, pero llena de realidad, que como una isla, permanecerá entre las incesantes olas del mar.

  • La maestra rural

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 21.5 cm.
    Año de publicación: 2024

     

    Dicen que Angélica Gólik estaba loca. Todo el barrio lo sabía, podía sentirse en la piel, daba miedo verla. Fue maestra de una escuela rural en el pueblo de San Ignacio, provincia de Córdoba, hasta que se descubrieron las incoherencias que enseñaba a los niños. Vivía con su hijo Jeremías, un niño extraño. Un día desaparecieron, dejaron la casa tal como estaba, la ropa colgada, los libros en su lugar. Con el tiempo las plantas se secaron y el sitio se llenó de escombros. También dicen que era poeta, y que su poesía era la más hermosa alguna vez escrita. Esa escritura está en el centro de esta trama y de algo que la excede, una fuerza desconocida, un genio sublime y monstruoso. A través de testimonios de los habitantes del pueblo, esta novela construye un relato plural y paranoico, un policial de provincia, sin detectives, que arma las piezas de un puzzle de horror. Una historia en que el misterio, las realidades paralelas y los eventos sobrenaturales aparecen en inesperados instantes cotidianos. Una novela donde el terror y las conspiraciones atraviesan el peronismo, la dictadura y la guerra de las Malvinas.
     

    Luciano Lamberti, considerado entre los mejores cuentistas de su generación y una de las voces más originales de la literatura argentina contemporánea, nos ofrece una pieza ineludible de la literatura fantástica. Con humor descollante y en apariencia sencillo, La maestra rural, su primera novela, se lee en la tradición narrativa de Horacio Quiroga y Esteban Echeverría, y también en las rupturas e invenciones de Samantha Schweblin, Santiago Craig o Mariana Enriquez.

  • No tengo amigos, tengo amores

    106 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 17 x 24 cm.
    Año de publicación: 2018

     

    Este libro teje un relato biográfico urdido con la aguda labia de Pedro Lemebel, autor irreductible cuya voz única se deja oír en estas páginas. Forjado con extractos de setenta y dos entrevistas, que se inician a mediados de los noventa y culminan solo meses previos a su muerte, este volumen contiene sus reflexiones políticas y vitales con una transparencia punzante. Porque Lemebel era, antes que todo, un orador desbordante que desestabilizaba a cualquier interlocutor. Dueño de una pluma afilada, barroca, cargada de dardos de certeza e ironía, Lemebel desnudó las heridas y las supuestas glorias nacionales desde la periferia de los cenáculos y camarillas literarias. Su legado es una escritura ineludible y un modelo para comprender la transgresión política desde la teoría del género. Sus opiniones impactaron como un certero gancho izquierdo a la mandíbula de las pulcras conciencias de la transición. No tengo amigos, tengo amores refleja al Lemebel crítico y teórico, que fundía experiencia y política y sospechó siempre de la “cueca democrática”. Un autor que seguiremos leyendo el próximo siglo, que nos habló de frente, sin pestañear: “No necesito disfraz/ aquí está mi cara/ hablo por mi diferencia”.

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