• ¿Y si no es suficiente?

    96 páginas | Tapa blanda | Formato: 12 x 16 cm.
    Año de publicación: 2022

     

    Sueña con tener un pelo lacio y sedoso pero el suyo está lleno de rulos. Lo que le gusta es escribir y dibujar, pero termina trabajando en la inmobiliaria de su padre. Vuelve a su casa y su novio es un manojo de bronca y resentimiento. Conoce un peluquero que se vuelve una pieza fundamental de su educación sentimental. Descubre una aliada inesperada. Estos son algunos de los hitos dramáticos que encontraremos en estas páginas.
     

    ¿Qué tan importante puede ser el pelo en la vida de una mujer? ¿Es posible que unos bucles rebeldes determinen una identidad y atraviesen el vínculo entre un padre y una hija? Este libro nos dice que sí. ¿Y si no es suficiente? es una pequeña autobiografía en tres actos, escrita con humor y desparpajo, y que tiene el tono singular de Maia Debowicz: una voz que entra y sale de la literatura para encontrar, al final del camino, una forma propia de estar en el mundo.

  • Vida animal. Figuraciones no humanas en el cine, la literatura y la fotografía

    184 páginas | Tapa blanda | Formato: 15 x 22 cm.
    Año de publicación: 2022

     

    En base a la hipótesis de que a partir de cierto momento histórico lo animal fue entendido como lo otro de lo humano, Vida animal se propone desdecirlo, y para ello despliega imágenes y relatos en los que lo animal y lo humano se pegotean hasta volverse indistinguibles. Se va tejiendo de este modo una “zoopoética” por la que se pasean cineastas, fotógrafos y escritores, pero también pensadores de diversas tradiciones y épocas, contradiciendo no solo las fronteras entre especies sino también entre diversas geografías, prácticas culturales y artísticas. Un libro erudito, preciso y necesario pero a la vez refrescante, que se lee como si miráramos una película y que, a medida que nos va llevando a pensar lo humano fuera de los límites del humanismo, va estirando también las posibilidades de lectura a las que nos lleva lo animal, para pasar a entenderlo como dispositivo estético. Lo animal se vuelve un espectro, un reflejo extrañado de nosotros mismos y, por lo tanto también, una apertura hacia otras formas de construir familia y comunidad en las que se pueda alojar ese trozo bestial que también nos pertenece.

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