• El nombre del Perú

    90 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 13 x 20 cm.

     

    El nombre del Perú (1951) realiza un recuento de las diferentes versiones que existen sobre el origen del nombre de nuestro país. Porras sostiene que el nombre del Perú proviene de una deformación del nombre del cacique del Birú, cuyos reducidos dominios se hallaban en la costa del Darién en la frontera entre las actuales Panamá y Colombia. Hasta ahí llegaron los conquistadores en su primer viaje y al que los soldados y aventureros de Panamá decidieron llamar Perú. Así, el nombre del Perú habría surgido de la deformación castellana de un vocablo indígena. En sus conclusiones, el historiador señala: el nombre del Perú fue desconocido para los Incas. Fue impuesto por los conquistadores españoles y rechazado por los indios del Perú, que se negaban a usarlo, según el testimonio de Valera, Acosta y Garcilaso.

  • La cultura del miedo I. Democracia, identidad, seguridad

    Autor/a:Marc Crépon

    98 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 21 cm.
    Año de publicación: 2019

     

    Es por el mantenimiento de un miedo cotidiano que los regímenes autoritarios aseguran su influencia sobre la vida de cada individuo. Podríamos pensar que este miedo es propio de regímenes no democráticos cuyos dirigentes no tienen otro recurso para asegurar su dominación más que desarrollar una verdadera cultura del miedo. Sin embargo, hay un rasgo que distingue hoy en día a las democracias occidentales, que es precisamente el desarrollo exponencial de una cultura del miedo, a la cual ningún discurso político puede resistir.

  • La cultura del miedo II. La guerra de las civilizaciones

    Autor/a:Marc Crépon

    Traducción: Alejandro Bilbao y Javier Agüero Águila
    76 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 21.5 cm.

     

    La tesis de “la guerra de las civilizaciones” obtuvo una mayor relevancia luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando algunos pensaron encontrar en su visión la clave para entender lo que había ocurrido. Desde entonces, esa idea no sólo no ha dejado de ser insidiosamente difundida en los discursos públicos, en virtud de la “identidad” y de la “seguridad”, sino que además ha inspirado las políticas de inmigración. Por todos lados, los poderes políticos, ideológicos y religiosos se han apoderado de la fuerza propia del apego que estas identificaciones suscitan para ejercer y conservar su control sobre la vida.

Menú principal