• El Spleen de París

    148 páginas | Tapa blanda | Formato: 11 x 17 cm.
    Año de publicación: 2019

     

    El Spleen de París es una obra maestra, un libro que, además de gozar de una actualidad y una influencia abrumadora, es considerado ya un clásico de la literatura universal. Charles Baudelaire, el primero de los llamados poetas malditos, debido a su vida llena de excesos y a la particular concepción de la moral que se encuentra en sus poemas, nació en París en 1821. Su padre murió cuando él tenía seis años y siempre odió a su padrastro, quien nunca aprobó su estilo de vida bohemio y al que culpaba del alejamiento de su madre. Fue poeta, crítico de arte y traductor. Para Barbey d’Aurevilly, periodista francés, era el Dante de una época decadente.

  • El talón de Hierro

    Autor/a:Jack London

    315 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 13 x 20.5 cm.
    Año de publicación: 2018

     

    El manuscrito Everhard contiene la historia de un socialista revolucionario quien, como político y líder de masas obreras, busca la génesis de una gran revuelta para lograr la igualdad y detener el avance de una oligarquía avasalladora, llamada por él el Talón de Hierro. El texto, encontrado y examinado con debidas notas al pie por una sociedad del futuro donde estos abusos ya no ocurren, retrata el momento en que los trabajadores despiertan y la aristocracia los golpea para reprimir sus luchas por los derechos sociales, llevando el capitalismo a un extremo autodestructivo.
     

    Si bien esta novela publicada en 1908 fue considerada una distopía en los Estados Unidos, sus alcances proféticos incitaron a futuros editores a utilizar portadas con la imagen de Salvador Allende. Además ejerció una fuerte influencia en otras obras sobre gobiernos totalitarios, la más famosa de ellas 1984 de George Orwell.

  • La noche. Vivir sin testigo

    Traducción del francés
    128 páginas | Tapa blanda | Formato: 15 x 22 cm.
    Año de publicación: 2020

     

    La hipótesis que este libro no cesa de profundizar es que le damos nuestro consentimiento a la noche porque está desprovista de testigos designados. El bandido actúa en la oscuridad esperando que nadie pueda reconocerlo en el tribunal. El poeta busca en la noche una inocencia que no encuentra en el día. De una manera menos sublime, quien entra en la noche para no dormir escapa por un tiempo a los juicios del resto o al de su propia conciencia. Velan para ya no ser vigilados. El arte de vivir sin testigo también acarrea obligaciones: existe una ley de la noche, de aspecto menos jurídico que la ley del día, pero no por ello es menos exigente. Pensar la noche es pensar la manera en que la oscuridad cambia nuestra percepción, transforma nuestra relación con los otros o modifica nuestra experiencia del tiempo, pero siguiendo siempre las reglas que le son propias. Para el autor, es necesario privilegiar no la oposición binaria entre lo nocturno y lo diurno, sino las situaciones en las que entran en un prometedor conflicto. Sin eso, el día olvidaría que él es el día de la noche que lo precede: solo habría lugar para una pálida transparencia en la que todos están dispuestos a ser testigos.

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