• Islas de calor

    137 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14 x 20 cm.
    Año de publicación: 2022

     

    La crisis climática se sale de control. El aumento de las temperaturas transforma las sociedades y fuerza a un cambio de vida radical. El agua es un tesoro, la sombra una salvación, la noche el nuevo día y el día un espacio prohibido por el toque de queda militar.
     

    Un fenómeno dentro de este mundo caótico son los puntos donde los edificios y el concreto atrapan el calor e impiden su liberación. Esas “islas de calor”, como los relatos de este libro, contienen el abandono y la incomunicación de quienes sufren, los intentos de la población por refrescarse como sea o el aprovechamiento de los desalmados para sobrevivir. Mientras las piezas de la ciudad se reordenan en este infierno, un incendio espontáneo consume el cerro hasta la altura de la Virgen, desatando algún tipo de superstición. En este primer libro de cuentos, valiéndose de una escritura ágil y concisa, Malu Furche R. explora un mundo que aún no acaba y que agoniza lentamente como sus habitantes, capaces de adaptarse incluso a una tragedia universal.

    Islas de calor

    S/ 55.00
  • Thomas Wainewright, envenenador y otros textos fulminantes

    Autor/a:Oscar Wilde

    116 páginas | Tapa blanda | Formato: 10 x 20 cm.
    Año de publicación: 2014

     

    Aunque varios de los textos que componen este librito de apariencia breve no habían sido antes traducidos al castellano, no es ésa la principal gracia que el lector encontrará en ellos. Al decir del traductor y encargado de la selección, Juan Manuel Vial, estos escritos nos muestran a un Oscar Wilde desconocido, que no figura, ni siquiera como espectro, en sus grandes obras literarias. Preocupado de asuntos espectaculares, como la existencia de aquel admirable envenenador llamado Thomas Wainewright, y de otros más cotidianos, como la decoración del hogar, la filosofía del vestir, las peculiaridades de los habitantes de Estados Unidos y las vicisitudes de las modelos y los modelos en Londres, Wilde se revela aquí como un férreo defensor del buen gusto, sin privarse, claro que no, de lanzar dardos emponzoñados en contra de los falsarios, los académicos y todos quienes, siguiendo una u otra moda, acabaron construyendo horrores, ya fuera en el arte o en la vida misma.

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