• Cuentos de la Guerra Civil

    218 páginas | Tapa blanda | Formato: 13 x 20.5 cm.
    Año de publicación: 2020

     

    En 1861, tras un año en una academia militar, Ambrose Bierce se alistó en el Noveno Regimiento de Voluntarios de Indiana. Participó en algunas de las batallas más sangrientas de la Guerra Civil norteamericana, incluyendo la de Chickamauga, donde 34,000 hombres perdieron la vida. Arriesgó su pellejo en dos ocasiones para rescatar a compañeros caídos y, en 1864, resultó gravemente herido en la batalla de Kennesaw.
     

    Los cuentos de esta selección constituyen algunos de los mejores ejemplos de la obra de Bierce. Apoyándose sólidamente en su propia experiencia bélica, describe el lado oscuro de la naturaleza humana. Con un estilo sombrío y resuelto, da vida a personajes esculpidos por una época feroz y que reflejan su propia personalidad: alienación, agudeza irónica y fatalismo.

  • La única cosa que es probable que rompas es todo. Antología de poesía joven en Alaska

    125 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 13.5 x 21 cm.

     

    Con una distribución que busca dedicar cada parte con una naturaleza poética diferente, el poemario se basa en perspectivas narrativas de poetas nacidos o residentes en Alaska; cada uno con visión diferente del transcurso de la vida en “exilio” y la apreciación personal que permite diferir los capítulos entre sì y brindar cierta prosa y musicalidad a hechos comunes que carecen de una sensación de fantasía; en esta búsqueda de un complemento a la realidad.

  • No tengo amigos, tengo amores

    106 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 17 x 24 cm.
    Año de publicación: 2018

     

    Este libro teje un relato biográfico urdido con la aguda labia de Pedro Lemebel, autor irreductible cuya voz única se deja oír en estas páginas. Forjado con extractos de setenta y dos entrevistas, que se inician a mediados de los noventa y culminan solo meses previos a su muerte, este volumen contiene sus reflexiones políticas y vitales con una transparencia punzante. Porque Lemebel era, antes que todo, un orador desbordante que desestabilizaba a cualquier interlocutor. Dueño de una pluma afilada, barroca, cargada de dardos de certeza e ironía, Lemebel desnudó las heridas y las supuestas glorias nacionales desde la periferia de los cenáculos y camarillas literarias. Su legado es una escritura ineludible y un modelo para comprender la transgresión política desde la teoría del género. Sus opiniones impactaron como un certero gancho izquierdo a la mandíbula de las pulcras conciencias de la transición. No tengo amigos, tengo amores refleja al Lemebel crítico y teórico, que fundía experiencia y política y sospechó siempre de la “cueca democrática”. Un autor que seguiremos leyendo el próximo siglo, que nos habló de frente, sin pestañear: “No necesito disfraz/ aquí está mi cara/ hablo por mi diferencia”.

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