• Lo que ocho millones de mujeres quieren

    Traductor: Vicente Lane
    194 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 21.5 cm.

     

    «Las mujeres de los Estados Unidos y del mundo entero han encontrado un medio a través del cual pueden expresar sus opiniones y deseos colectivos: organización, y aún más organización», escribe Rheta Childe Dorr en este libro, primera traducción al castellano en circular por el mundo hispanoparlante. Precisamente será este el eje central de las múltiples facetas del movimiento de mujeres que busca retratar y describir la autora mediante un llamativo estilo narrativo que ha sido llamado “ensayo periodístico”. Cruzando crónica, reportaje y ensayo, la autora da cuenta de la realidad de las trabajadoras de su época y sus reivindicaciones, desentraña las hipocresías del pensamiento machista imperante, rastrea los orígenes de los prejuicios legales que afectaban a millones de mujeres y arma un caso firme y potente a favor del voto femenino, que es, como dice su título, Lo que ocho millones de mujeres quieren. En una admirable labor narrativa y periodística, Dorr describe los orígenes e importancia del movimiento de clubes de mujeres como primeras impulsoras de las organizaciones de mujeres de mayor alcance nacional e internacional, y cómo aquellas organizaciones son y serán capaces de dar a las mujeres un nuevo lugar dentro de las sociedades.

  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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