• Antología mínima – Poesía

    380 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 21 cm.
    Año de publicación: 2022

     

    Este libro reúne un puñado de notables poemas de Fernando Pessoa, el autor más universal y múltiple de Portugal, traducidos de la lengua lusa, el inglés y el francés. Dos han sido los principales artífices de esta antología: el colombiano Jerónimo Pizarro, especialista pessoano responsable de la selección y el rescate de los textos; y el poeta y editor Óscar Limache, quien se encargó de traducir a Pessoa al castellano o, más precisamente, al «peruano».
     
    Compuesto por una mezcla de poemas clásicos, hallazgos nunca traducidos a nuestro idioma y nuevas versiones de textos ya publicados, este volumen antológico configura la dosis mínima indispensable para ingresar como lector al intrincado mundo del autor portugués y, a la vez, una suerte de canapé poético capaz de desatar la adicción por el misterioso poeta de los cien rostros.

  • Cuentos de la Guerra Civil

    218 páginas | Tapa blanda | Formato: 13 x 20.5 cm.
    Año de publicación: 2020

     

    En 1861, tras un año en una academia militar, Ambrose Bierce se alistó en el Noveno Regimiento de Voluntarios de Indiana. Participó en algunas de las batallas más sangrientas de la Guerra Civil norteamericana, incluyendo la de Chickamauga, donde 34,000 hombres perdieron la vida. Arriesgó su pellejo en dos ocasiones para rescatar a compañeros caídos y, en 1864, resultó gravemente herido en la batalla de Kennesaw.
     

    Los cuentos de esta selección constituyen algunos de los mejores ejemplos de la obra de Bierce. Apoyándose sólidamente en su propia experiencia bélica, describe el lado oscuro de la naturaleza humana. Con un estilo sombrío y resuelto, da vida a personajes esculpidos por una época feroz y que reflejan su propia personalidad: alienación, agudeza irónica y fatalismo.

  • El signo de los tiempos

    164 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 21 cm.
    Año de publicación: 2020

     

    En el hambre de la posguerra un grupo de personas consigue un animal para comer, pero nadie sabe cómo matarlo y qué hacer después. La gente dice que Osaka no tiene muchos árboles, pero Odasaku los ve, siente el viento que corre entre sus ramas. Lo imprevisible de las relaciones humanas, esos ligeros giros que las dibujan. La belleza de cada una de estas situaciones. La belleza inseparable de su otro lado, el triste. Las historias de Oda son de una tristeza tan profunda que no necesita ser dicha. Sus libros fueron prohibidos por el gobierno japonés de la ocupación, de la derrota y el reacomodamiento.
     

    Un Japón tradicionalmente no afecto a los cambios instantáneos sino a los procesos más parecidos a una decantación, ahora ocupado por los americanos triunfantes, su cultura, sus valores urgentes. Oda no tiene un rumbo y así deambula, encontrando, diría Cortázar, sin buscar. Buscando el suyo, Oda nos abre un camino. El del buraiha entregado, el del shin gesaku que no entrega sus banderas. Oda está en los márgenes del Japón de su tiempo, en el borde. Y los bordes son, también, parte de las cosas.

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