• Un futuro incierto. Epistolario íntimo

    136 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14 x 21 cm.
    Año de publicación: 2022

     

    George Orwell nunca escribió una autobiografía, pero narró de forma minuciosa los acontecimientos de su turbulenta existencia en epístolas ingeniosas, que mantuvo a lo largo de su vida con familiares y otras personas vinculadas a su oficio y que revelan cómo el joven Eric Blair eligió el seudónimo que lo hizo mundialmente conocido. Describe con igual humanidad una Barcelona devastada por la guerra, la crueldad inherente de encadenar prisioneros alemanes o exhibe sus creencias literarias y filosóficas en notas dirigidas a escritores como T. S. Eliot, Arthur Koestler, Cyril Connolly o Henry Miller.
     
    Un futuro incierto, epistolario íntimo de George Orwell es una entrada fascinante a la conciencia de un observador sensible, una mirada independiente, a veces tierna y siempre solidaria en medio de la desolación de las primeras décadas del siglo XX. Orwell repasa con igual atención sus vínculos familiares, los orígenes de sus famosas novelas o su visión del mundo contemporáneo hasta sus últimos días de vida, erosionado por la tuberculosis que lo llevó a la muerte a los cuarenta y seis años de edad.

  • Vida animal. Figuraciones no humanas en el cine, la literatura y la fotografía

    184 páginas | Tapa blanda | Formato: 15 x 22 cm.
    Año de publicación: 2022

     

    En base a la hipótesis de que a partir de cierto momento histórico lo animal fue entendido como lo otro de lo humano, Vida animal se propone desdecirlo, y para ello despliega imágenes y relatos en los que lo animal y lo humano se pegotean hasta volverse indistinguibles. Se va tejiendo de este modo una “zoopoética” por la que se pasean cineastas, fotógrafos y escritores, pero también pensadores de diversas tradiciones y épocas, contradiciendo no solo las fronteras entre especies sino también entre diversas geografías, prácticas culturales y artísticas. Un libro erudito, preciso y necesario pero a la vez refrescante, que se lee como si miráramos una película y que, a medida que nos va llevando a pensar lo humano fuera de los límites del humanismo, va estirando también las posibilidades de lectura a las que nos lleva lo animal, para pasar a entenderlo como dispositivo estético. Lo animal se vuelve un espectro, un reflejo extrañado de nosotros mismos y, por lo tanto también, una apertura hacia otras formas de construir familia y comunidad en las que se pueda alojar ese trozo bestial que también nos pertenece.

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