• Casita de pan / Tantamanta Wasicha

    42 páginas | Tapa dura | Formato: 23 x 23 cm.
    Idioma: español / quechua
    Traducción al quechua: Yanira Ccencho

     

    Dos niños, abandonados a su suerte en mitad del bosque, descubren una casita hecha de pan dulce. ¿Qué podría salir mal? Descúbrelo en esta nueva adaptación del cuento de «Hansel y Gretel» de los hermanos Grimm, contado desde el lápiz de Víctor Ynami y en traducción al quechua de Yanira Ccencho.

  • Cuentos para cerebros detenidos

    216 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 21.5 cm.
    Año de publicación: 2023

     

    El surrealismo, lo extraño, la ciencia ficción y el absurdo vuelven del espacio de las ensoñaciones para dialogar nuevamente con el cansancio de la humanidad. Este libro reúne microrrelatos y parábolas surrealistas que se construyen desde la incertidumbre fantástica que huye del mundo racional, las artes y de la vida misma.
     

    A casi cincuenta años de su publicación, los “Cuentos para cerebros detenidos” de Raquel siguen cuestionando los engranajes lógicos e intuitivos de Occidente. Cada uno, pese a su corta extensión, invita a reemplazar la prisa por la calma, la normalidad por el juego siniestro, y aspira a abandonar el apremio frente a la necesidad humana por tener una existencia más allá del oficio, las deudas y las obligaciones de la casa.

  • Thomas Wainewright, envenenador y otros textos fulminantes

    Autor/a:Oscar Wilde

    116 páginas | Tapa blanda | Formato: 10 x 20 cm.
    Año de publicación: 2014

     

    Aunque varios de los textos que componen este librito de apariencia breve no habían sido antes traducidos al castellano, no es ésa la principal gracia que el lector encontrará en ellos. Al decir del traductor y encargado de la selección, Juan Manuel Vial, estos escritos nos muestran a un Oscar Wilde desconocido, que no figura, ni siquiera como espectro, en sus grandes obras literarias. Preocupado de asuntos espectaculares, como la existencia de aquel admirable envenenador llamado Thomas Wainewright, y de otros más cotidianos, como la decoración del hogar, la filosofía del vestir, las peculiaridades de los habitantes de Estados Unidos y las vicisitudes de las modelos y los modelos en Londres, Wilde se revela aquí como un férreo defensor del buen gusto, sin privarse, claro que no, de lanzar dardos emponzoñados en contra de los falsarios, los académicos y todos quienes, siguiendo una u otra moda, acabaron construyendo horrores, ya fuera en el arte o en la vida misma.

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