• Cuatro páginas en blanco

    137 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14 x 20.5 cm.

    Incomprendido en su tiempo, Federico Alzubide fue un escritor que, sin haber colocado palabra alguna sobre el papel (y de ahí el título de este libro), movió los cimientos de la crítica. ¿Era un verdadero vanguardista o alguien que se burlaba de sus lectores? Cuatro páginas en blanco, de Lucho Zúñiga, es un notable artefacto estético porque combina el ensayo, la entrevista y el microrrelato para afianzar su carácter metaliterario. Pero es, ante todo, un texto arriesgado y que no debe pasar desapercibido.

  • Lo popular viene del futuro. Escritos escogidos (1981-1990)

    492 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 14.5 x 22 cm.

     

    Roberto Miró Quesada (1942-1990) fue un sociólogo, crítico cultural e intelectual socialista. Publicó en la década de 1980 en múltiples medios impresos de izquierda, con una agudeza y amplitud de intereses aún no reconocidas en nuestra historia intelectual.

     
    Este libro recoge sus principales aportes a la crítica cultural de inspiración socialista. Apunta a conocer mejor la articulación entre sus columnas periodísticas y los proyectos teóricos y políticos en los que estuvo inmerso. Muestra su inscripción como intelectual en los terrenos del análisis cultural, el pensamiento socialista, el activismo gay, la teoría social del arte, el enfoque de género y el periodismo en el Perú contemporáneo.
     

    Queda en manos de las y los lectores de hoy redescubrir la actitud polémica y comprometida de Roberto Miró Quesada a la hora de analizar los vaivenes de la izquierda peruana en las últimas décadas. Se trata, pues, de recuperar sus intervenciones para que alimente el aún pendiente debate intelectual sobre la verdadera democratización cultural y popular en el país.

    S/ 65.00S/ 90.00
  • Teatro peruano en el tiempo del miedo. Estética, historia y violencia (1980-2000)

    264 páginas | Tapa blanda | Formato: 14.5 x 20 cm.

     

    Entre los años 1980 y 2000 el Perú vivió una época de violencia sin precedentes, nacida del enfrentamiento de dos visiones extremistas sobre cómo solucionar los históricos problemas nacionales. Una se tomó el derecho de atacar el naciente orden democrático para instaurar un comunismo mesiánico, de métodos terroristas, ineficiente hasta en sus estrategias militares. La otra, aprovechando la urgencia de respuestas, se ocupó de desaparecer toda forma de oposición ideológica al liberalismo/capitalismo reinante, y se llevó de encuentro poblaciones vulnerables, históricamente postergadas. El resultado fue un tiempo de miedo, —manchay tiempo era llamado en la zona andina— un trauma social todavía perceptible en varias generaciones de peruanos.
     
    Ante este desplome del tejido social, los artistas del teatro se vieron forzados a dialogar con esta realidad angustiante. Sin embargo, muchos de los discursos escénicos sobre y en medio del conflicto armado, no han sido revisados con detenimiento, en una perspectiva de largo plazo, ni se ha establecido su posible influencia en el quehacer cultural posterior. Todavía algunas preguntas parecen pertinentes de formular: ¿Qué dijo el teatro peruano sobre la violencia?, ¿lo dijo bien?, ¿contribuyó a contar una verdad?

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