• Estrofa, coro, ¡monstruo!

    Autor/a:Graham Coxon

    Traducción: Rodrigo Olavarría
    272 páginas | Tapa blanda | Formato: 15 x 22 cm.
    Año de publicación: 2023

     

    Graham Coxon, cofundador y guitarrista de Blur, fue protagonista de la escena alternativa británica de los noventa, cuando un puñado de bandas irrumpió con fuerza gracias a canciones pegadizas que tocaban aspectos identitarios del carácter inglés. El fenómeno fue bautizado como britpop y se trató, en parte, de una reacción al impacto que significó el grunge en la cultura juvenil. En ese marco, Coxon destacó como guitarrista innovador, audaz e inquieto —para algunos, el mejor de su generación—, que vio con horror el circo en torno a los grupos británicos, secuestrados por el marketing de los sellos y la prensa sensacionalista. «Todo parecía hacerse más comercial», escribe en sus memorias Estrofa, coro, ¡monstruo! sobre la época en que vivió las bondades de la popularidad pero también el lado menos amable de la fama.
     

    Hijo de un músico militar, Coxon llevó una vida nómade hasta establecerse en Colchester. Su amor por el arte y la música se manifestó temprano y con el tiempo ambas prácticas lo ayudarían a sobrellevar sus ansiedades. Estudió arte en Goldsmiths, donde fue compañero de los artistas Damien Hirst y Sarah Lucas, pero el éxito de Blur lo hizo abandonar esa carrera para volcarse a la música («debía elegir una y la otra tendría que tomar el asiento trasero»). Aquí descubrimos a un guitarrista obsesionado con el misterio de la creación musical, analítico ante la estructura y los elementos de una canción, y siempre curioso en la exploración de nuevos géneros; una pieza determinante en la permanente búsqueda sonora de su grupo.
     

    Hay nombres que se repiten a lo largo de las páginas: los de sus ídolos Pete Townshend y Paul Weller, el del productor Stephen Street y, por supuesto, los de sus compañeros de banda, Damon, Alex y Dave. El recorrido vital del músico también está cruzado por una lucha contra lo que él llama «su programación básica», aquella inclinación por sentirse «el peor de la manada», y que de algún modo explica su pasada adicción al alcohol y sus posteriores recaídas. Estrofa, coro, ¡monstruo!, como los mejores libros de este género, ofrece un testimonio apasionante y una mirada original sobre diversos asuntos, reflejando el conjunto una personalidad compleja y a ratos atormentada, pero la mayor parte del tiempo de una ternura entrañable.

  • Lucía tiene calle

    Autor/a:Eliana Otta

    44 páginas | Tapa dura | Formato: 22 x 22 cm.
    Nominado a Mejor libro infantil 2021. Premio Luces de El Comercio.
    Año de publicación: 2021

     

    Lucía tiene calle es un viaje por Lima a través de los ojos de una niña en su vehículo favorito: su colorida y eficiente bicicleta. Mientras recorre la ciudad, Lucía comparte con nosotros las memorias que tiene de distintos puntos del mapa, donde los paisajes externos se unen con sus historias personales y las de su familia. Los desaparecidos cines de barrio, la vista panorámica desde el malecón de Chorrillos, las dulcerías favoritas de su abuelo o los carteles de las bodegas son paradas obligadas para pensar cómo se ha ido transformando Lima, donde barrios antiguos y nuevos, calles y edificios singulares, rincones y paisajes inolvidables conforman una geografía inusual, imaginaria y colectiva, que retrata nuestra capital y su reciente «desarrollo».
     

    Así, como jugando, este libro nos invita a comprender que las ciudades son su gente y la gente, reflejo de sus ciudades, mientras que los paseos de Lucía nos recuerdan que las ciudades están vivas y vibran con las memorias que construimos en ellas. Y a ti, ¿qué es lo que más te gusta de tu ciudad? ¿Cómo imaginas la Lima de tus sueños?

  • Narración de la vida de Frederick Douglass, un esclavo americano (narrada por él mismo)

    152 páginas | Tapa blanda con solapas | Formato: 13 x 20.5 cm.
    Año de publicación: 2021

     

    Esta es la historia de una liberación. Frederick Douglass nació aproximadamente en 1818. Nunca supo su edad porque el primer paso para quebrar a un ser humano era romper sus vínculos afectivos. Como tantos otros, fue arrancado de los brazos de su madre y destinado a trabajar en condiciones miserables en una hacienda al sur de Estados Unidos.
     
    Su relato, además de la violencia del hombre blanco, expone la cárcel moral construida para enceguecer a los esclavos: férreos dogmas religiosos justificaban una forma de vida impuesta a latigazos. Pero esta es la historia de una liberación. Si sabemos de ella es porque Douglass escapó. Si sabemos de ella es porque aprendió a leer y su conciencia se expandió a través de la literatura. Para liberar su cuerpo antes tuvo que liberar su mente. La narración de su vida es testimonio de esa progresión.

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