• El impulso conservador. El cambio como experiencia de pérdida

    324 páginas | Tapa blanda | Formato: 14 x 21 cm.
    Traductora: Soledad Lagos
    Año de publicación: 2022

     

    ¿De qué manera abordan los seres humanos los cambios radicales? ¿Cómo se perciben, tanto en el ámbito individual como en el socio-político, por ejemplo, la muerte y el duelo, el exilio y la pérdida de la patria, pero también la hiperinflación, las revoluciones o los abruptos cambios socio-económicos que propician el desarrollo?
     

    El Dr. Peter Waldmann describe cómo las situaciones en que se experimentan cambios radicales cuestionan las estructuras tradicionales, y cómo desatan el temor a perderlo todo, teniendo como consecuencia el aferrarse a lo conocido, a lo antiguo. Simultáneamente a esto, también se encuentran ciertos grupos de la población que recibe los cambios con alegría y así alientan la esperanza de un futuro promisorio. Dividendo la sociedad en sectores opuestos.
     

    El autor define entonces al impulso conservador como una categoría extremadamente ambivalente y, a su vez, se constituye como una herramienta útil, tanto para cuestionar o frenar, como asimismo para impulsar e incluso convertirse en uno de los requisitos centrales de la dinámica del desarrollo, según la época, el contexto y la relación entre las fuerzas involucradas.

  • Estrofa, coro, ¡monstruo!

    Autor/a:Graham Coxon

    Traducción: Rodrigo Olavarría
    272 páginas | Tapa blanda | Formato: 15 x 22 cm.
    Año de publicación: 2023

     

    Graham Coxon, cofundador y guitarrista de Blur, fue protagonista de la escena alternativa británica de los noventa, cuando un puñado de bandas irrumpió con fuerza gracias a canciones pegadizas que tocaban aspectos identitarios del carácter inglés. El fenómeno fue bautizado como britpop y se trató, en parte, de una reacción al impacto que significó el grunge en la cultura juvenil. En ese marco, Coxon destacó como guitarrista innovador, audaz e inquieto —para algunos, el mejor de su generación—, que vio con horror el circo en torno a los grupos británicos, secuestrados por el marketing de los sellos y la prensa sensacionalista. «Todo parecía hacerse más comercial», escribe en sus memorias Estrofa, coro, ¡monstruo! sobre la época en que vivió las bondades de la popularidad pero también el lado menos amable de la fama.
     

    Hijo de un músico militar, Coxon llevó una vida nómade hasta establecerse en Colchester. Su amor por el arte y la música se manifestó temprano y con el tiempo ambas prácticas lo ayudarían a sobrellevar sus ansiedades. Estudió arte en Goldsmiths, donde fue compañero de los artistas Damien Hirst y Sarah Lucas, pero el éxito de Blur lo hizo abandonar esa carrera para volcarse a la música («debía elegir una y la otra tendría que tomar el asiento trasero»). Aquí descubrimos a un guitarrista obsesionado con el misterio de la creación musical, analítico ante la estructura y los elementos de una canción, y siempre curioso en la exploración de nuevos géneros; una pieza determinante en la permanente búsqueda sonora de su grupo.
     

    Hay nombres que se repiten a lo largo de las páginas: los de sus ídolos Pete Townshend y Paul Weller, el del productor Stephen Street y, por supuesto, los de sus compañeros de banda, Damon, Alex y Dave. El recorrido vital del músico también está cruzado por una lucha contra lo que él llama «su programación básica», aquella inclinación por sentirse «el peor de la manada», y que de algún modo explica su pasada adicción al alcohol y sus posteriores recaídas. Estrofa, coro, ¡monstruo!, como los mejores libros de este género, ofrece un testimonio apasionante y una mirada original sobre diversos asuntos, reflejando el conjunto una personalidad compleja y a ratos atormentada, pero la mayor parte del tiempo de una ternura entrañable.

  • Finnegans Wake: una lectura anotada de cuatro capítulos

    Autor/a:James Joyce

    484 páginas | Tapa blanda | Formato: 15 x 23 cm.

     

    En Finnegans Wake asistimos al desdoblamiento del lenguaje en general: no de una sola lengua nativa, sino de los varios idiomas a los que Joyce tenía acceso, desde dialectos sudamericanos hasta léxicos alusivos al Extremo Oriente, en un discurso polisémico que fluye principalmente en voces del Atlántico, el Mediterráneo y el Mar del Norte. Al apropiarse de la palabra, se adueña del mundo y de su historia, en una recreación de la literatura universal que pasa a través de sus fuentes más obvias: la Biblia, Shakespeare, Blake, Yeats, Wilde, Sterne, Swift, Twain; las teorías de Giambattista Vico, Giordano Bruno y otros pensadores; estudios sobre las religiones del mundo, anales, mitologías, óperas, tonadas infantiles, canciones antiguas y un extenso etcétera que pretende no dejar fuera ningún referente cultural del devenir humano, según el punto de vista de este europeo de entreguerras.

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